sábado, 21 de junio de 2008

Olvidando lo más importante

¿Cuántas veces en mi vida he volado en avión? Mas de una docena.
¿Por qué a pesar de mi modesta trayectoria en vuelos nacionales e internacionales, nunca recuerdo que el chaleco salvavidas está debajo de mi asiento?

Cada vez que una azafata realiza la respectiva coreografía informativa, ésta resulta algo novedoso para mí… Entonces me pregunto: ¿No sabía esto? ¿Cómo se puede olvidar algo tan elemental?

En Narnia hubo una vez una pequeña que olvidó las instrucciones de Aslan; su nombre era Jill Pole. La amiga de Eustace Scrubb recibió de Aslan cuatro señales que debía seguir para cumplir la encomienda del león.

"... recuerda, recuerda, recuerda las señales. Repítetelas cuando despiertes por la mañana y cuando te acuestes por la noche, y cuando despiertes en mitad de la noche. Y por extrañas que sean las cosas que puedan sucederte, no dejes que nada distraiga tu mente de seguir las indicaciones" (C.S. Lewis, La Silla de Plata, Destino Juvenil, p. 38)

Jill hizo caso omiso a las palabras de Aslan y, aunque no hubiera sido su intención, puso en peligro la misión. Junto a Eustace y Charcosombrío pasó la noche en casa de unos gigantes que planeaban cocinarlos, comieron carne de un ciervo parlante de Narnia, y más de una carrera tuvieron que dar para salvar el pellejo.

Me sorprende nuestra capacidad de no recordar ciertas cosas. Cuan fácil es olvidarse de cosas importantes: el versículo del devocional matutino, la reunión pautada la semana pasada, el cumpleaños de aquel amigo, la oración antes de dormir... y pare de contar. Pero ¿Cuántos malos ratos pudimos evitar "si tan solo hubiera recordado"?

Repasemos lo importante. Repitamos, repitamos, repitamos las señales que nos mostrarán el camino.


La próxima vez, antes de montarme en el avión repasaré las instrucciones: "El chaleco salvavidas se encuentra debajo de sus asientos..."