sábado, 15 de noviembre de 2008

Beibel "manchá"

A principios de año compre una Biblia en la lengua de Curaçao (Papiamentu). Me gusta aprender un nuevo idioma leyendo las Escrituras Sagradas.
El domingo pasado la leí en público en la iglesia. Pero después del debut, accidentalmente se derramó sobre ella néctar de melón. Agua y sol solventaron la crisis, pero produjeron otra… No en el libro en cuestión, sino en el dueño.
Tener una Biblia de un solo uso con aspecto de quien sabe cuantas lecturas la desvalorizaría. Incluso podría catalogarlo como una desgracia, de no ser por un bendito pensamiento que cruzo mi mente una de estas noches.

Antes de revelar el fruto de mis cavilaciones, debo poner a los lectores en contexto. Es asombrado de lo fácil que resulta al hombre involucrarse en actos indebidos, aun siendo este un baluarte cristiano. El dolor y un profundo temor me llevan a pensar que mañana podría ser yo el que manche su reputación.
¿Qué pasa cuando resultas señalado por los demás? Seguramente serás menospreciado, acusado y nunca perdonado por algunos, perderás ciertos privilegios, y será muy difícil recuperar la autoconfianza.

Aun para los que caen hay una esperanza: Un padre que cada día observa por el camino a ver si su alocado y autosuficiente hijo menor regresara a casa.
Nadie te quita el amargo sabor de la derrota y de las palabras tragadas. Nadie te devuelve el tiempo derrochado. Pero alguien quiere devolverte el sitio de honor que desestimaste el día que comenzaste a vagar lejos del hogar.
Aun con un record que no mostrarías orgullosamente, eres útil para Dios. El te prefiere manchado antes que presumido, ya que en el segundo estado nada puede hacer por ti.

Retomando el cuento de la Biblia, este fue el pensamiento: Voy a valorarla y no la cambiaré porque, aunque manchada, todavía me es útil.