domingo, 27 de diciembre de 2009

Una lágrima en la camisa del domingo

Luego de un día de mucha actividad, llegue a mi casa, subi al Facebook y encontre decenas de felicitaciones por mi cumpleaños. No me esperaba la lluvia de buenos deseos, pero estoy agradecido de que los "amigos" de la red social son mas que contactos en una lista.

Varias cosas que resaltar de mi día, pero solo mencionaré que en la mañana recibí una llamada de mis padres. Me cantaron el "cumpleaños feliz" como nadie podría hacerlo. Minutos mas tarde, mientras escuchaba la palabra de Dios ser predicada, una simpática y revoltosa lagrima rodo por mi mejilla derecha y se zambullo en el gris profundo de mi camisa.
Y allí estaba yo, tocando el piano, con una gran gota en mi camisa del domingo y pensando fuertemente en quienes me dieron la vida, humanamente hablando.

En ese estado reflexivo, dediqué un momento a pensar en los cambios que han tenido lugar en mi familia y en mi. Mudarme de mi pais me ha cambiado la vida, y es evidente que a ellos también. Pensé que, aunque nunca hemos sido apegados a ninguna tradición (solo una vez tuvimos árbol de Navidad en casa, y creo que fue porque ya era tradición no tenerlo) el 25 de diciembre mis padres me llamaron.
Eso me pareció extraño en el momento porque tenemos años sin celebrar algo ese día (no cuestiono a quien siga la tradición religiosa-comercial, pero es nuestra costumbre); No obstante ahora, de pie en el altar, reconozco como las costumbres, preferencias y cualquier cosa cambia en nombre del amor.

Tal vez a partir de este año celebraremos algo el 25 de diciembre. Quizás mis padres canten a dúo mas seguido por teléfono. No estoy seguro de lo que ocurra a partir de ahora, pero sé que hoy, 27 de diciembre, en mi vigésimo sexto cumpleaños mis vestidos delatan lo mucho que amo y extraño a mi familia.

Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. - Proverbios 27:8 (NVI)

viernes, 25 de diciembre de 2009

Mitología Cristiana: Jesús 'Nazareo'

La mayoría de los cristianos conmemoran el nacimiento de Jesucristo un día como hoy. Considero que soy poco tradicionalista y muy curioso; por esto he estado revisando algunas teorias sobre el cálculo de la fecha de Navidad, pero que no discutiré en esta ocasión.

A parte de la Nochebuena, la tradición franciscana del Pesebre, o los "Reyes Magos", son muchos los mitos que rodean al Hijo de Dios (de niño y de adulto). No obstante, estas tradiciones bien intencionadas pero poco probables no restan veracidad a los relatos del Jesús histórico y sobrenatural que nos dan a conocer los Evangelios.

El mito muy cristiano que nos ocupa en esta ocasion es el de "Jesús: El nazareo". La imagen renacentista del Cristo con cabello largo, atado a un voto nazareo, está alojada en nuestra memoria colectiva. Sin embargo no es la representación más aproximada de cómo fueron los maestros judíos de aquel tiempo.

Jesús era era oriundo de Nazareth de Galilea, aunque nacido en Belén de Judea. Es un error común confundir el gentilicio “nazareno” la condición de "nazareo" (consagrado, apartado), pero no tienen nada que ver. Así que, contrario a lo que algunos piensan, el hijo de José y María, aunque siento Santo, pudo no haber sido consagrado como nazareo... ni haber tenido una larga cabellera.

La Biblia destaca a tres personajes que tomaron este voto: Sansón, quien fue “nazareo a Dios desde su nacimiento” (Jueces 13:5); el profeta Samuel, también dedicado de por vida al servicio de Dios y no se le cortaria el cabello (1 Samuel 1:11); y Juan Bautista, el extravagante primo de Jesús, de quien el ángel dijo "será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor" (Lucas 1:15).
Sabemos por el relato bíblico éstos fueron consagrados aun antes de nacer, en algunos casos se dijo claramente que tomarían el voto nazareo; sin embargo, en el caso de Jesús no se dieron instrucciones a sus padres respecto a algún voto en particular que el niño debería tomar.

Existen normas externas que aquellos que toman este voto deben cumplir. Sansón fue el único que, por su desobediencia y obstinación característica, rompió con estos estatutos señalados en la Ley de Moisés:
  1. Abstenerse de tomar vino o cerveza... vinagre hecho de vino o de cerveza... jugo de uva, ni comer uvas, ya sean frescas o secas. Números 6:3 (PDT)
  2. No comer ningún producto de la uva, ni siquiera las semillas o la cáscara. Números 6:4 (PDT)
  3. No cortarse el cabello... su cabello indica que se ha dedicado a Dios. Números 6:5,7 (PDT)
  4. No entrar en ningún lugar donde haya un muerto. Números 6:6 (PDT)
En los Evangelios vemos a Jesucristo en las bodas de Cana de Galilea convirtiendo el agua en vino; también le acusaron de ser "bebedor de vino" (Lucas 7:34), calificativo difícil de adjudicar a un abstemio. En la última cena hizo la promesa de no tomar mas del fruto de la vid hasta despues de su retorno a la tierra (Mateo 26:27), lo cual implica que sí lo tomaba.
Aun hay otro indicio: La cantidad de ocasiones en que el Maestro presenció y tocó cadáveres. Esto parece señalar que el Salvador del mundo no era nazareo; sabiendo que el no vino para derogar las leyes, sino para cumplirlas (Mateo 5:17).

De su cabellera no sabemos más que lo que los artistas plásticos y del cine han recreado a lo largo de la era cristiana; pero me atrevo a decir que es uno de esos inocentes errores de la religión (tal es el caso de la representación del fruto prohibido: la manzana... Próximamente, develaremos ese mito)

En fin, al ver que Jesús quebrantó vez tras vez las normas del nazareato, tendríamos que preguntarnos: ¿Fue realmente un nazareo? ¿Estamos en presencia de una de estas tradiciones milenarias basadas no en hechos, sino en apreciaciones?

No puedo responder con total certeza, pero si sé que un día mis ojos le verán... "entonces conoceré tal y como soy conocido". 1 Corintios 13:12 (NVI)

jueves, 17 de diciembre de 2009

La linterna perdida y el anillo de brillantes

Los niños miran a su alrededor contemplando el familiar escenario. Están de vuelta en una estación de Inglaterra después de haber tenido grandes aventuras en la tierra de Narnia. Mientras se adaptan al nuevo ambiente, Edmund, un tanto desesperado, revisa su mochila. Sus hermanos lo miran curiosos; y cuando por fin sus miradas se encuentran, Edmund exclama: "Deje mi linterna en Narnia"

Asi termina la aventura de El príncipe Caspian, con final aparentemente es abrupto pero con implicaciones poderosas. ¿Como saber si es cierta la historia fantástica de un niño que visito una tierra encantada? ¿Que prueba tenemos de que es verdad y no una invención infantil? La respuesta es sencilla: Quedan rastros en nuestro propio mundo.
Despues de estar en una tierra magica, siempre obtienes algo... o pierdes algo. Narnia quito a Edmund su linterna para que el y sus hermanos supieran que en verdad habian estado ahí.

El mundo de lo fantástico y sobrenatural invade la realidad para hacerle saber que es real; y recientemente lo he comprobado.

Ha pasado una semana desde que estuve en Maracaibo, my own Narnia, y me comprometí con mi estrella radiante llamada Carla. Fueron días mágicos -quienes se hayan enamorado me entenderán- , pero llegaron a su termino por causa de mi trabajo... "Guys, Welcome to the real world!"

Temía que con el tiempo pudiéramos pensar que todo fue solo un sueño bonito, pero antes de regresar a mi casa le dije a mi Prometida: "Sabrás que todo fue real cada vez que veas el anillo".
Esa joya irrumpió en la realidad de Carla, trayendo consecuencias definitivas. Nunca olvidará que mas allá del mar hay un hombre enamorado esperándola... y una vida que espera por ambos.

Veo el mismo patrón de pérdidas y ganancias en los relatos bíblicos. Parece ser algo de autoría divina. Pienso en el nieto de Abraham ganando un nuevo nombre (Israel) y perdiendo su destreza al caminar, luego de una lucha con nada menos que el Ángel del SEÑOR.
Por otro lado esta el "rescatado de las aguas" portando un resplandor sobrenatural en su rostro después de visitar la montaña de Dios.
Estos son ejemplos reales de como lo fantástico/sobrenatural irrumpe en las vidas y realidades de la gente. Finalmente, la lección es aprendida y la esperanza renovada.
Volviendo a mi propia crónica... Mi Prometida me espera (y yo a ella) con la firme certeza de que nuestra promesa de amor es irrompible, al igual que el anillo que luce en su mano. Este llegó a ella para quedarse con ella... Y nunca nadie podrá decirle - como tampoco a Edmund - "lo soñaste".