viernes, 5 de junio de 2009

Esperando por lo que anhelo


El aeropuerto siempre me inspira. Allí mi corazón activa el hyper mode. Es que no hay nada tan emocionante y tan cruel como ver el amor escapando por los aires. Mis ojos pueden ver como se aleja en el cielo, pero son incapaces de calcular la distancia real (que es mucho mayor de lo que aparenta).

Pienso en Caspian y la hija de Ramandu. Tuvieron que separarse un tiempo mientras el rey culminaba su travesía en el Viajero del Alba. Era demasiado inquietante el sentimiento despertado en ellos, el cual vaticinaba —y resulto así— un amor bello y perdurable.

Parece una constante universal que tengamos que esperar por nuestros anhelos (el universo de Narnia no escapa de esa ley). Estudiamos por años para obtener una licenciatura. Ahorramos y esperamos el momento oportuno para obtener el bien deseado. Invertimos mucho tiempo en conocer una persona para luego unir nuestros destinos. La vida misma es una espera de que habrá un mundo mas real al final de todas las cosas.

Pero llega el momento —eso espero— en que dejamos de aguardar por el tesoro. Llega el día en que lo que tanto anhelaste en esta vida esta enfrente de ti, a la distancia de un paso, una palabra, o una caricia.

En el caso de Caspian el tiempo de espera fue el que nos tomo leer de la pagina 119 a la 136 (obviamente, lo que para nosotros fueron minutos, para los personajes son largos días). En mi caso... ¿Será una semana? ¿Un año? ¿Cuándo terminaran las despedidas?

Hoy, cuando la hija de Ramandu (la de mi cuento) esta apunto de marcharse, siento la nostalgia pero también la satisfacción de haber estado con una estrella, con quien tengo la esperanza de reencontrarme... muy pronto.


El avión despega justo a tiempo. Este el ultimo adiós y ahora Caspian se va a concluir su travesía.