lunes, 31 de agosto de 2009

De vuelos, caídas y derrotas



Es bastante chistoso ver una zarigüeya por los aires presumiendo de su velocidad y que luego choque contra un árbol. Una verdadera hazaña tiene un final abrupto.

Lamentablemente no es algo que sólo ocurre en las películas animadas sino en la vida real. Y cuando esto sucede no es nada chistoso.
¿Cuántos nos hemos sentido en la cúspide y al rato nos encontramos sacudiendonos el polvo de encima? Es frustante creer que "podemos volar" y luego darnos cuenta que el combustible no nos es suficiente y caemos. Es como cantaba Johnny Cash en 'Ring of fire': "I went down, down, down".

La jornada espiritual está repleta de esos momentos de gloria pasajera (por no decir que está compuesta de ellos). Cada cierto tiempo nos es necesario tocar el suelo para darnos cuenta de nuestras limitaciones, de nuestra composición dual (polvo + gloria).


La imagen del rey Peter (en Prince Caspian, la película) sentado en la mesa de piedra mirando la esfigie de Aslan, descorazonado por su derrota en el castillo de Miraz, es como un espejo en el que me miro cuando no encuentro explicación a mi caída... Aunque sí la hay, e interiormente la conozco: No fui a la batalla en Su Nombre.
Igualmente, a pesar de las consecuencias nefastar para los narnianos, Aslan intervino volteando el resultado. Es lo mismo que hace cada vez que yo me vuelvo a Él humillado, derrotado, hastiado de mi autosuficiencia.

Quisiera echarme a volar por los aires y sin estrellarme de nuevo con el árbol, salir a la batalla seguro de que no regresaré a casa a lamentarme por haber estado "tan cerca". Pero sé que aún si tratando no lo consiguiera, si fuera vencido por la imprudencia y autosuficiencia (rasgos comunes en Peter, Crash y este servidor); las palabras de David son eternas y tan mañana , como hoy, como ayer.
"Como un padre se compadece de sus hijos,
así se compadece el SEÑOR de los que le temen.

Porque El sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos sólo polvo."

Salmo 103:13-14 (NVI)