jueves, 29 de abril de 2010

Y el León dijo 'no'

—Es inútil —les dijo—. Podría haberme portado en forma decente, en vez de actuar con mal humor y fanfarronería. Aslan habló conmigo. No..., no quiero decir que haya estado realmente aquí. En primer lugar, no habría cabido en la cabina. Pero esa cabeza de león dorada que hay en la pared, cobró vida y me habló. Fue terrible..., sus ojos. No es que haya sido en lo más mínimo rudo conmigo..., sólo un poquito severo al principio. Pero igual fue terrible. Y me dijo..., dijo... ¡No puedo soportarlo! Dijo lo peor que podría haberme dicho. Tienes que partir Ríp... y también Edmundo, Lucía y Eustaquio; y yo debo regresar. Solo. Y de inmediato.
(C.S. Lewis, "La Travesía del Viajero del Alba", Capitulo XVI El verdadero fin del mundo)

El joven monarca estaba de pésimo humor cuando se encerró en su cabina. La tripulación del Viajero del Alba se opuso abiertamente a que se enrolara en una aventura en el Fin del Mundo. Todos le hablaron de cumplir con sus responsabilidades, de Cair Paravel y los narnianos; no obstante, no entendían que Caspian ya lo tenía todo arreglado:
Si yo no regreso, es mi voluntad que el Regente, y el maestro Cornelio, el tejón Cazatrufas y Lord Drinian, elijan un rey para Narnia...
Me identifico tanto con Caspian en ese episodio. Suelo ser tan testarudo como el rey navegante cuando tengo algún plan in my mind. Lo que este joven (y esto otro que escribe) no entendió fue que dejarse llevar por la emoción y la curiosidad - me veo retratado - implicaba dar la espalda a la voluntad del León, quien lo había puesto como rey de Narnia.
Por un momento se vio como el Esaú, para quien ser primogénito no valía nada (Génesis 25:32).

¿Cómo habrían de elegir otro rey, después todo lo que costo recuperar la corona de manos de su tío Miraz? Afortunadamente para Caspian, sus súbditos - incluyendo a Reepicheep, que sí fue llamado a vivir la aventura en el fin del mundo - no habían enloquecido y se mantuvieron firmes y leales a su rey, aunque éste estuviera conspirando contra sí mismo.

Este servidor también quería llevar a cabo una aventura no hace mucho. Ésta requería dar un paso casi al vacío (económicamente hablando). Mi gran plan era mudarme a un lugar más cómodo e independiente; pero como sabemos, el precio para la libertad de un hombre nunca es alto.
No obstante, al coquetear con esta "independencia" estaba haciendo lo mismo que Caspian, desertar... ¿Cómo? Me explico, aunque en mi mente no estaba abdicando a los sueños más importantes, estaba navegando en sentido opuesto. Mudarme ahora implicaría desviar mi atención y recursos del plan original: Mi boda (y afines) y el establecimiento de mi nueva familia.

Afortunadamente, las circunstancias "me hablaron". Invité nuevamente a la cordura a la mesa y reconocí con algo de ayuda que era innecesario mudarme, y que lo mejor es esperar.
Si no fuera porque Dios cierra puertas que nadie mas puede abrir sino Él (a su tiempo), estaría fuera del plan. Y créanme, quiero estar dentro de su inescrutable voluntad, porque es lo máximo... y lo mejor para todos.

No sé que tendrás en mente, mi querido lector, pero sé que sea lo que sea, debes tener en cuenta la razón de estar en el lugar donde estás. Lo que eres, se relaciona con lo que haces, y esto define donde vas a estar. Caspian nació para ser rey, el trono era su lugar. Así que, ante la breve crisis vocacional del joven y su petición de traslado a otro departamento, el León dijo "no".

Se siente terrible que corten tus alas abruptamente, pero eventualmente se supera. Siempre hay una buena razón para superarlo. Eso me recuerda las palabras de Lucy al joven y deprimido rey:
—Te sentirás mejor cuando hayas vuelto a la isla de Ramandú
P.D.: Yo también me sentiré mucho mejor cuando vuelva a la isla (...)