viernes, 30 de enero de 2015

Dioses y reyes: Primer asalto

Entre las cintas más esperadas a finales de 2014 por este servidor destaca Exodus: Gods and Kings (Éxodo: Dioses y reyes). Las razones son diversas: Su temática bíblica —ya Noah había abierto el camino para películas de este tipo—; la dirección a cargo del épico Ridley Scott (Gladiador, Cruzada); y Christian Bale, un actor excepcional, de una entrega como pocos —y además el mejor Batman de la historia del cine.
Tuve la oportunidad de ver esta "epopeya bíblica" en la gran pantalla y en su idioma original. He aquí mi introspección. (Suena la campana)

La historia de dos hermanos
El argumento de la rivalidad entre hermanos no es nuevo. Ya El Príncipe de Egipto nos había planteado esa relación de amor-odio entre Moisés y Faraón. Literariamente hablando sería un pecado no explotar una línea argumental como esa. Si bien en la Biblia no hay énfasis en este parentesco de estos dos. Resulta plausible tal interacción entre ellos. La Biblia llama a Moisés "hijo de la hija de Faraón" (el que ordenó ahogar a los bebés, y que fue sucedido por el Faraón de los capítulos 5 en adelante del libro de Éxodo). De modo que no hay discusión en que el líder hebreo se haya criado en el palacio como un príncipe.

En Dioses y reyes desde un principio queda claro cuál de los hermanos es el favorito y más capaz, y cómo las decisiones de los personajes están ligadas a sus sentimientos. Nunca nos mintieron acerca de esto. Sabíamos que este sería el enfoque principal. Creo que fue un gran reto el hacer encajar la historia del Éxodo en el drama familiar... pero lo lograron satisfactoriamente.

El Moisés que pocos conocen
Estamos acostumbrados a un Moisés de barba larga y canosa vistiendo una túnica roja de rayas. A partir de Los Diez Mandamientos con Charlton Heston, nuestra capacidad de imaginación quedó arruinada. Los paradigmas que esta cinta estableció han sido difíciles de batir. Otras películas se han hecho sobre el Éxodo (además de la mini serie La Biblia) pero no han tenido el impacto, ni la influencia en la memoria colectiva como el clásico de los 50's.

Conocemos casi de memoria al "profeta Moisés", hombre de Dios como ninguno que liberó al pueblo de Israel de la esclavitud con señales milagrosas. Cada domingo en la iglesia reforzamos ese estereotipo. Pero pocos pensamos en el hombre brillante y aguerrido que fundó la nación de Israel —Un Simón Bolívar con un ejército de agotados esclavos... ¡y la vara de Dios, por supuesto!

No obstante, el director buscaba no repetir a sus predecesores —creo que es lo que busca cualquier buen cineasta—, más bien, con la misma historia y elementos, intenta pintar un cuadro distinto, fiel al relato pero a la vez novedoso. Creo que Scott lo logra muy bien, en especial con el personaje de Moisés. Nunca antes vimos un Moisés guerrero ¡Y vaya que lo fue!

La misma Biblia nos plantea que Moisés fue instruido en la corte de faraón como cualquier otro estadista (no de una república democrática, sino de un imperio ostentoso y conquistador). Eso explica que este varón de Dios haya estado en capacidad de redactar la Torah, que no es solo un libro de cuentos, sino la legislación de la nación hebrea. Pero al mismo tiempo hay que aceptar que Moisés, en ocasiones, lideró a Israel en batalla (ver Josué 12), y creo que estaba altamente capacitado para ello, por su formación en Egipto.

Muchos estarán en desacuerdo con el escepticismo de Moisés ante lo milagroso. No obstante, en la Biblia el profeta necesitó de un encuentro alucinante y repetidas señales para creer que Dios lo llamaba. Pensemos por un momento por él:
Soy Moisés, pertenezco a la corte del rey (y dios) de Egipto. Cuarenta años de mi vida transcurren en un ambiente de politeísmo donde convergen la ciencia y tecnología con lo esotérico. Luego trato de acercarme a mis raíces, mi gente me rechaza y me acusa de criminal (ese egipcio se lo tenía bien merecido). Termino en el exilio aprendiendo a pastorear ovejas, cosa que nunca aprendí en la corte porque para los egipcios es una abominación (ver Génesis 46:34). Ahora tengo ochenta años. Me olvidé de mis raíces al punto tal de no circuncidar mi primogénito Guerson, como está establecido para mi raza (ver Éxodo 4:24-26) ¡Y ahora resulta que voy a librar a Israel de la esclavitud de la casa de Faraón! 
¿Se justifica o no que un no creyente debidamente documentado plantee a un Moisés escéptico? Conste que no estoy diciendo que ese haya sido el perfil del Moisés histórico. Me gustaron ciertos planteamientos, pero otros pienso que obedecen a darle forma a la historia que Scott está relatando y nada más.

Las plagas ¡Oh, las plagas!
Uno de los puntos fuertes de esta cinta es sin duda los efectos especiales, en especial durante las plagas que azotaron Egipto. El realismo y la sutileza con que se presentan me encantaron. El espectáculo no resulta grotesco, pero sí lo suficientemente impactante para que no quieras estar viviendo aquello. Las escenas dentro del palacio durante la invasión de las ranas, el granizo, en fin, cada plaga fue protagonista en su momento y aportó mucho a la historia. Leí que algunos críticos hubieran preferido que dedicaran más cinta a las plagas, pero hay que recordar que en esta versión, lo milagroso no es lo más importante, aunque sí está muy presente.

¿Poco apegada a la Biblia?
La omisión de líneas como "Deja ir a mi pueblo", o "Quítate el calzado de tus pies" dio pie a las críticas de muchos amantes de la Escritura que esperaban citas textuales de la Torah en el guión. Lo cierto es que siempre los cineastas se toman sus libertades. Unos más que otros, pero esto es algo propio del arte (de cualquier arte). En lo personal nunca me escandalizo por las especulaciones de los directores o guionistas, ni por las opiniones de los actores sobre sus personajes. Cuando algo es historia, siempre podrás recurrir al relato y simplemente señalar donde estuvo errada la percepción (importante palabra) del artista.

Quisiera saber si cuando la "sacro santa" película de Charton Heston salió en 1956, los teólogos y críticos de turno alzaron su voz rechazando el romance que le inventaron a Moisés y Nefertiti (de paso, no creo que fueran si quiera contemporáneos). O cuando Josué, en la misma película, pintaba con sangre los dinteles de una casa egipcia con el fin de salvar al amor de su vida ¡Eso sí es una especulación del tamaño de una pirámide! Pero nunca vi a un predicador molesto.

Tal vez debemos ser más humildes al apreciar el arte, y recordar que es eso: Arte... una interpretación de la realidad. Mi consejo siempre es: ¡Vean la película! y sepan que no es un documental ni un sermón dominical.

Aún quedan pendientes algunas cosas como: la división del mar, la caracterización de Dios como un niño, la relación entre Moisés y Séfora, y mi escena favorita —Les doy un adelanto, no fue ninguna de las de acción... una pista más abajo.

¡Nos vemos en el segundo round!