Advertencia: El escritor de este artículo es tan crítico de las cosas como fanático de Narnia y C.S. Lewis. No obstante, por encima de la objetividad (consagrada utopía de los medios) está la veracidad - Eso lo aprendí de mis días en el Alma Mater zuliana.
Para el momento en que escribo estas líneas
Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba ha recaudado más de 387 millones de dólares alrededor del mundo (según
Mojo), el Soundtrack fue lanzado al mercado - ya lo compré, es excelente -, y la preventa online del BluRay/DVD ya ha comenzado.
El proyecto que abandonó Disney y retomó Fox es uno de los más queridos entre los fanáticos de la franquicia. El cambio de estudio cinematográfico se hizo evidente en la pantalla, presentándonos una historia llena de magia, aún más que las predecesoras (más orientadas hacia el género épico).
Michael Apted (Amazing Grace), un director de “actores” nada devoto, fue el encargado de la tercera parte de la saga que, paradójicamente, es la que más presenta simbolismos cristianos - al menos, el libro -. La actuaciones de Georgie Henley y Skandar Keynes (Lucy y Edmund) fueron llevadas a otro nivel, gracias a Apted.
El Viajero del Alba, el barco en el que se desarrolla gran parte de la trama es asombroso. Una fusión entre épico y fantástico. La fotografía de Dante Spinotti (Public Enemies, X-Men: The Last Stand) fue majestuosa. Los efectos visuales fueron de gran nivel, al punto de estar a un paso de la nominación al Oscar. La música estuvo esta vez a cargo de David Arnold (Amazing Grace, ID4), y sinceramente te saca de este planeta. Amo la música de Harry Gregson-Williams, pero una película de esta magnitud y con esta trama necesitaba algo “resonante” (Aún no encuentro una palabra para definir la banda sonora, que casi clasifica para el Oscar. Lo merecía, en verdad)
Lo que me encantó. Los fanáticos de Narnia encontrarán que en este film Reepicheep -magistralmente doblado por Simon Pegg (Star Trek)- es más fiel al personaje descrito por C.S. Lewis en su libro. No solo es valeroso sino cortés y hasta chistoso (sin la malicia que vimos en la película anterior). Otra sorpresa es el madurado Caspian, ahora rey, mucho más seguro de sí mismo. Sin embargo, lo máximo de la cinta –para mí- es el personaje de Eustace, el primo de los Pevensie, y heredero de las aventuras en el reino de Aslan. El final es emotivo (bastante) y nos adelanta cual será la próxima Crónica en los cines. ¿A alguien le suena el nombre de Jill?
Lo que aprendemos en la travesía.
En mi experiencia con Las Crónicas las mayores lecciones las aprendí de Aslan. En esta película, aunque oportunamente es muy poco lo que aparece el león (su tamaño es exorbitante, infunde temor); no obstante los demás personajes se dan a la tarea de enseñarnos que:
- “No tenemos nada si no creemos”: El anhelo de Reepicheep, el ratón parlante, era llegar al fin del mundo y ver el país de Aslan. Fue fiel a su consigna y finalmente alcanzó lo que esperó. Cualquiera lo compararía con Abraham, el padre de la fe, o algo por el estilo.
- La tentación saca lo peor de nosotros. Los personajes (humanos) llegan a hacer cosas realmente despreciables producto de una mala influencia que los tienta. Sobre la tentación y sus consecuencias este film tiene mucho que enseñarnos. ¡Hay que ser fuertes! “Todos están a punto de ser probados”.
- “Tienes que ser exactamente como tú”. Lucy enseña a una niña (añadida a la trama) que no se puede vivir bajo la sombra de alguien más. Somos únicos y nadie más podrá hacer lo que nos corresponde.
- El otro nombre de Aslan. Creo que la identidad de Aslan es algo muy publicitado aún entre quienes no son fanáticos de Narnia. Ahora pregunto: ¿Cuántos realmente conocen a Aslan por su otro nombre?
Magia, peleas, excelentes efectos visuales, una enorme serpiente, tentación y fe… Todo en “La travesía del Viajero del Alba” ¡Vela en tu cine favorito! (Este lunes iré por tercera vez)