martes, 17 de febrero de 2015

Dioses y reyes: Segundo asalto

En el primer asalto me referí al énfasis de los escritores de Exodus: Gods and Kings en la historia de dos hermanos: Ramses y Moisés (siguiendo la tradición fílmica, no necesariamente la historia. Para mí aún no está claro cuál fue el faraón del libro de Éxodo). También di mi punto de vista sobre el perfil de Moisés (un líder político y militar). Quisiera añadir algunas cosas más [SPOILER ALERT]

El problema de las razas
Entre las críticas más implacables a esta cinta está el hecho de que el casting está integrado por "blancos". Al parecer los antiguos egipcios eran de piel oscura. Probablemente esto lo sacan de la tradición pictórica de esta civilización, donde el color de piel, entre otros elementos, servía para representar el rango o condición social. Al respecto, Jane Mcdonaugh escribe:
"La piel negra representaba el poder o el renacimiento, la piel marrón representaba la masculinidad y la piel blanca representaba la muerte." 1
Esta representación no sería tan confiable para determinar cómo lucía su piel. Ahora bien, si los críticos se refieren a que los egipcios son de raza negra basados en la fisionomía de los actuales egipcios. Les diría que echen un vistazo a las últimas Miss Egipto y se llevarán una sorpresa. Además ¿por qué tanto alboroto? No recuerdo a nadie criticando la raza de Imhotep y Anck-Su-Namun en The Mummy I y II (Patricia Velázquez no será caucásica, pero tampoco afrodescendiente).  El casting de Los Diez Mandamientos presenta mucha gente blanca... ¿Alguien dijo algo alguna vez?

Personalmente, me gusta como Ridley Scott presenta las clases sociales en su película: los blancos en el palacio y los negros también en el palacio pero como servidumbre (los hebreos esclavizados son otro caso). Puede que parezca cliché, pero a lo largo de la historia es recurrente ver este escenario. Es una buena aproximación a la sociedad de la época descrita en la Biblia.


Moshé: Esposo y padre
Más allá de que fuera errónea la selección de una mujer blanca para representar a Séfora, me agradó sumamente el trabajo de la española María Valverde. Creo que su relación con Moisés refrescó la historia, le dio otro matiz, y ahondó en la humanidad del caudillo. Además los diálogos de la pareja, a mi juicio, fueron encantadores.

Los teólogos están de acuerdo en que la esposa de Moisés era una mujer cusita, proveniente del Cuérno de África, aunque la Biblia indica que era de Madián, por lo tanto descendiente de Abraham a través de su segunda esposa Cetura. Algunos sugieren que se trata de dos mujeres diferentes. —¿Pudo el libertador de Israel contraer nuevas nupcias? Eso explicaría algunas cosas (...) Aunque tal vez Habacuc 3:7 nos traiga algo de luz... A la tierra de Madián se le llama Cusán.

Los guionistas se toman la licencia de omitir al segundo hijo de Moisés. No es la primera vez que pasa. Recuerdo Shadowlands, en la que se suponía que Jack (C.S. Lewis) tuviera dos hijastros y solo aparece Douglas. Era más práctico y dramático mostrar el vínculo de amor si se trataba de un solo niño. Lo mismo en Exodus, los guionistas decidieron no complicarse y que solo Guerson apareciera para mostrar el lado paternal de Moisés y el conflicto entre su vocación como Padre y su llamado divino —En la historia original, Moisés parte de Madián con su familia.

Este aspecto de la vida de Moisés, aunque es una mera especulación, resulta bastante coherente con la historia que se viene relatando en la pantalla.

El amigo de Dios
Ahora le toca el turno al Creador. Después de ver decenas de representaciones del episodio de la zarza ardiente, y ver la versión de Scott, solo puedo decir: ¡Es diferente!
Lo que más escandalizó a algunos es la representación de Dios en la forma de un niño. Pregunto: ¿qué hubiera sido "más apegado" o "menos herético"? ¿Un arbusto incendiado y la voz en off de James Earl Jones o Liam Neeson (con bastante reverb ¡eso sí!)?

Usualmente me gusta ver romperse los paradigmas (sobre todo en el arte y la filosofía). Aquí se rompió el paradigma del Dios de rayos y centellas. Este niño, para algunos petulante —no para mí—, resulta suficientemente accesible para que Moisés sea su amigo de por vida. A la vez, es bastante terrible para inspirar una conversión tan dramática (recuerden que en la película, Moisés no creía en lo sobrenatural)

Confieso que mis escenas favoritas incluyen a este niño:

  • Moisés subiendo al Sinaí, mientras el pueblo se prostituye con el becerro de oro. La cara del "niño Dios" es un poema. No pude evitar añadirle imaginariamente una gota en la cabeza (tipo animé). Esta y otras emociones no son ajenas al Dios de la Biblia.
  • Mientras Moisés y Dios sostienen una conversación, Josué observa a la distancia, siendo solo capaz de ver al profeta y a nadie más. —Sé que les paso por la cabeza que están pintando a un Moisés esquizofrénico, pero les recuerdo que las plagas y el cruce del mar fueron actos milagrosos aún en la película. Simplemente, Josué no puede ver al invisible, mientras que Moisés habla con él "cara a cara, como quien habla con un amigo"  (Éxodo 33:11)
  • Al final, siendo Moisés avanzado en años y habiendo escrito la Ley, llega el momento de despedirse del ángel de Yahweh. Es un momento muy emotivo (Podría escribir un blog entero de las implicaciones de esa escena, para mí, toda una genialidad)
Es importante recordar, que según el registro bíblico, es el ángel de Yahweh quien se aparece en medio de la zarza, y quien se convierte en columna de fuego y nube durante la estancia en el desierto. En el filme, Moisés llama al niño "un mensajero" en un momento de cólera —Tal vez Scott está siendo más literal de lo que pensamos.
 No puedo evitar asociar a este niño con el hombre que tiempo después se transfigura en la cima de una montaña para encontrarse con Moisés y Elías. Todo es bastante especulativo y rebatible, pero no deja de ser interesante.

Algunas modificaciones
El gran ausente en esta cinta es la vara de Moisés, que fue reemplazada en la historia por la espada que le otorgaron en Egipto, como ícono de la liberación de Israel. En la pantalla "funciona", pero le resta fuerza al mensaje teológico de la historia.

Otra inconsistencia con el relato bíblico la encuentro en la secuencia del Mar Rojo. Científicos en años pasados desarrollaron teorías —es importante decirlo: teorías— en las que el agua se acumuló en una gran masa o columna de agua. Pero el relato del propio Moisés, el verdadero, dice que el viento dividió en dos las aguas. En todo caso, la forma en que se presentó el milagro en la película me hizo recordar el cruce del Jordán más que el del Mar Rojo. A pesar de la discrepancia debo admitirlo: visualmente estuvo impecable.

Por último, una de mis líneas favoritas ocurrió mientras Moisés le hablaba a Josué. En tono de preocupación le dice: —¿Qué pasará cuando dejemos de huir? —. Solo eso fue necesario para traer a mi memoria todo el libro de Jueces. Los israelitas, una vez dentro de la Tierra Prometida, fueron en pos de otros dioses, adoptando costumbres de los antiguos moradores de la tierra.

Invito al lector a disfrutar de esta cinta como un viaje. Que las imágenes que evoca sirvan para mostrarle lo épico de la salvación de Israel por la mano poderosa de Dios. Que las historias individuales que cuenta, nos ayuden a ver que Dios se interesa en humanos tan comunes como nosotros. Todo lo demás son opiniones y gustos, todos respetables.

Notas y enlaces de interés:
(1) El pueblo de Egipto en el arte
Sobre "Séfora"
Sobre los "cusitas" (Wikipedia)
Sobre los "cusitas" (eHow)

jueves, 12 de febrero de 2015

Mis lecturas: Me perdieron

Debo admitir que esta "review" llega un poco tarde. Sobre todo porque este fue mi libro favorito del año pasado (2014). El motivo de la demora es simple: ¡Se me perdió!

No quería publicar esto que leerán a continuación sin antes chequear el libro una última vez. Pero resultó que el libro que cruzó un océano junto a mí y me acompañó tantas veces en el trasporte público, ese mismo que se caló que casi lo transcribiera íntegro frase por frase en Goodreads.com (así de "enganchado" me tenía); inesperadamente desapareció y fue encontrado meses después en una caja (Suele suceder cuando decides "organizar tu vida").

El mérito de este libro es haber abierto la ventana cuando me encontraba en un cuarto oscuro. Su autor, David Kinnaman, presidente de Barna Group, habla de lo que me apasiona: La Iglesia de Cristo, su presente y su futuro... prometedor si dejamos de perder jóvenes.

Sin más, mi review (espero motivarles a comprar y leer el libro)


Me PerdieronMe Perdieron by David Kinnaman
My rating: 5 of 5 stars

"Me perdieron" es un libro repleto de estadísticas. Es ese tipo de libros que tardan años en escribirse, como una tesis de grado con mucho más gente (empleados = dinero) de por medio.
Aunque se trata de un estudio realizado en los EE.UU., la tendencia en nuestro mundo globalizado es que la deserción eclesiástica se repita en otras latitudes. Los jóvenes y adultos contemporáneos de hoy, en muchas partes están teniendo problemas para relacionarse con la institución llamada "Iglesia", lo que los lleva a tomar otras alternativas de espiritualidad o a desechar del todo la idea de Dios.

A través de la narrativa de Kinnaman (demasiado simpática y atrayente para que esté hablando de los resultados de un estudio estadístico de campo), uno puede conocer los diversos grupos que hacen vida en las iglesias, y más tanto, fuera de ellas. Creo que el secreto ha estado en involucrar historias, relatos de la vida real sobre gente que lucha con la idea de irse de su comunidad de fe por no sentirse parte o por considerarla irrelevante para su vida.

Kinnaman no tarda en involucrarnos con la problemática de los nómadas, pródigos y exiliados de las iglesias. Vas leyendo la primera parte (titulada "los que abandonan") y piensas: "conozco a un fulano que pasó por eso". Conocer los motivos detrás de la desconexión entre la iglesia institucional y las generaciones jóvenes valió oro para mí —que me dedico al trabajo con jóvenes.

La Parte 2, titulada "Desconexiones" trata la temática de represión, sobre protección, superficialidad, fobia a la ciencia, y otras demandas que la generación posmoderna le hace a la iglesia moderna (sí, la iglesia sigue siendo moderna en su mayoría, básicamente debido a sus métodos). Nunca el autor toma partido en favor de los jóvenes o los adultos, más bien es un portavoz que con amor, trata de acercar las generaciones por el bien del Evangelio —Porque si se pierde esta generación ¿Qué garantía hay de que nuestro mensaje trascienda en el tiempo?

Me encantó que en la Parte 3 "Reconexiones" motivan al líder cristiano a volver al modelo discipular de Cristo. Kinnaman sugiere que el éxito ministerial no está en los "números" sino en cultivar un conocimiento mentor-discípulo. Si algo me queda de la lectura es la necesidad de poder comprender a mis pares.

Como si fuera poco, al final se incluyen breves mensajes de personalidades de la cristiandad que dan consejos a jóvenes, padres, líderes eclesiásticos para superar las desconexiones y lograr un mayor impacto en el mundo que nos rodea. No dudo en recomendarlo a quienes les importa la juventud, su presente y destino eterno.


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#ThrowbackThursday #TBT: (Octubre 26, 2013) Compramos el que sería uno de mis libros favoritos de todos los tiempos: "Me...
Posted by Zabdiel David on Thursday, February 12, 2015