En Diciembre de 2009 la embarcación Logos Hope llegó al puerto de Curaçao. Uno de sus atractivos es la inmensa librería donde encontrabas libros de texto, enciclopedias, best-sellers, música, y mucho más. Fue allí donde compré la afamada colección de libros infantiles "The Chronicles of Narnia". Ya poseo la colección en castellano, la cual fui adquiriendo uno a uno en la época de mayor furor de mi afición narniana, pero pensé que mis hijos bilingües deberían leer obra maestra en su lengua original. Así fue como como Luka, mi hijo que vendría 4 años después, obtuvo su primer regalo.
Hace poco miré con horror como la primera de las novelas: "The Magician's Nephew" (El sobrino del mago) la de color verde, está mostrando signos de envejecimiento. Deben de conocer esas manchas amarillentas que salen al papel con el paso del tiempo. Usualmente vienen con un olor característico, el cual me produce alergia. Afortunadamente, aún puedo sostenerlo en mi mano sin estornudar, pero pienso que tarde o temprano se convertirán en verdaderas reliquias... ¿Se sentirá mi hijo motivado a leer libros viejos?
Volviendo un poco más en el tiempo, en la oficina de papá una colección inconclusa de libros me intrigaba a un curioso y más pequeño Zabdiel. Se trataba de una edición anterior de Narnia que perteneció a mi hermano mayor. No sé si eran las portadas, lo antiguo o la alergia que me producían, pero algo me atrajo a esos libros.
Pienso en ello y tengo calma, pues es bastante probable que Curious Luka se interese por los escritos infantiles de C.S. Lewis, en su lengua original, y mi compra no habrá sido en vano.
Ahora bien, tengo otra historia aún más añeja que compartirle a mis descendientes, y a todo aquel que tenga oídos para oír y voluntad para leer. Es un mensaje anticuado para muchos, y que repele a otros tantos, aún así es vital y aún más interesante que las novelas de Lewis: ¡Es el evangelio de Jesucristo!
¿Qué importa la novedad si la historia es buenísima?
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