martes, 27 de diciembre de 2011

37 a.C.

¡37 llamadas!
Esa es mi nueva marca de llamadas perdidas en mi Nokia después de haber estado extraviado. Fueron días incomunicado (por esa vía), no estoy seguro de cuántos exactamente, pero vaya falta que me hizo mi móvil.

Hoy, con toda calma (ya que si recibiré llamadas para mi cumpleaños... de aquellos que no usan Facebook) me siento a reflexionar en estos días de búsqueda incansable.

La vieja lección de "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" parece la asignatura pendiente de todos los años. No sé si algún día me gradúe de esta escuela.

Por otro lado, está la lección de "loco es quien haciendo siempre lo mismo espera resultados diferentes" al parecer la he superado. Esta vez no me ofusqué rebuscando en los mismos lugares, confiando en que la docena de veces anteriores algo se me pasara por alto.
Muy concretamente revisé cada "escondite" potencial de mi teléfono (sí, el solito huyó de mí y se escondió para mortificarme). Finalmente encontré al descarriado en el único lugar donde no lo había buscado.

Antes de las 37 llamadas me encontraba poniendo orden en mi ropa sucia. Después de clasificarla y llevarla a lavar (lo recomiendo altamente a todo marido cuya esposa esté de vacaciones forzosas) volví a mi habitación para inaugurar el canasto con la camisa que llevaba puesta.
Debí saber que en el el bolsillo delantero iba el móvil. Pero hasta hoy pensé en esa posibilidad.

A causa de mi laguna mental de 5 días estuve a punto de bloquear mi linea, pero gracias al Cielo fui iluminado y busqué en el lugar mas recóndito dentro de mi propia habitación.

Pienso que cuando hay esa clase de cangrejos existenciales es precisamente en el cesto de "nuestra ropa sucia" que debemos indagar por la respuesta.
Jesús lo dijo así:
¿Cómo te atreves a decirle a otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en tu ojo tienes una rama? ~ Mateo 7:4 (TLA)


Mira bien dentro de ti... ¿Acaso no vez que lo que hiciste o dijiste fue el comienzo de esa engorrosa situación? ¿No crees que podrías ser más diligente en el trabajo o en el hogar?

Observa bien, tal vez el responsable no está en los lugares donde sueles buscar... Tal vez te encontrabas despistado y dejaste caer el teléfono en el cesto de la ropa sucia.

¡Paz!

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