lunes, 8 de octubre de 2012

Lecciones del 7O (Segunda Parte)

En la entrada anterior contaba como mi esposa me hizo ver que no era imposible cambiar al mundo (al menos un poquito). Mientras sigue dando vueltas en mi cabeza los resultados de los recientes comicios en Venezuela, comparto algunas ideas que, pienso, los venezolanos (en especial los llamados hijos de Dios) deberíamos tomar en cuenta, y actuar en función de ellas.

Creo que hay una necesidad imperiosa de reconciliación... entre los venezolanos, pero también con Dios. De eso depende que llueva nuevamente la bendición, y esta vez sobre todos en el país.

Aclaro que soy optimista, mas no conformista. Podemos ser y estar mejor. A continuación, mis postulados.
  • Entendamos de una buena vez que no todos piensan de la misma manera. Lo que para unos es el reino del terror para otros es el paraíso de las perdices. La razón de esta discrepancia es que no nos ubicamos en los zapatos de otros. "Cada quien busca lo suyo propio" dijo San Pablo. Deberíamos ocuparnos de entender porque otros ven lo que no vemos. Tal vez así avancemos en la reconciliación.

    Seamos humildes y respetuosos de los planteamientos ajenos. Si hay diferencias entre personas que conviven de mutuo acuerdo ¿qué me dicen de un país con la diversidad que tiene el nuestro?
    La sana discusión es buena, pero solo si consideras útil lo que el otro plantea (lo sea o no). Considera lo que otros dicen; si no sirve, hazlo saber a ellos... con argumentos... sin manipulaciones (Por favor, cristianos, no tuerzan la escritura para probar sus opiniones)

    La realidad es mas grande de lo que circula por las redes sociales, o de lo que te dicen los líderes de la comuna.
  • Entendamos que Venezuela es de los venezolanos... ¡de todos! Ya basta de intolerancia, de echar en cara el abolengo, los ingresos mensuales, o señalar la marginalidad del otro. Nos cubre un mismo cielo y una bandera ¿No nos ordena Dios amar a nuestro prójimo? Puedo entender que la gente sin Dios odie sin reparos, pero los hijos de Dios somos llamados a amar a nuestros enemigos (o los que se comporten como tales)
  • Entendamos que lanzar un candidato presidencial cristiano es una falacia. Los creyentes en Venezuela no podemos sumar 7 millones de votos (y Dios no va a exterminar a los votantes que no van a la iglesia). Si no hay alguien capaz de representar a bautistas, pentecostales, libres, independientes, apostólicos,  proféticos... y dietéticos ¿Como esperar el respaldo de los incrédulos?

    Necesitamos gente que honre la justicia, pero que pueda liderar este pueblo. Si Dios no la consigue en la iglesia, usará una mula, o hasta las piedras hablaran.
  • Entendamos que orar por los que están en eminencia no es consentir todos sus actos, o idolatrarlos. Debemos respetar a las autoridades. Eso no significa que aplaudamos todo lo que haga el gobierno. Alguien que no tiene temor de Dios puede violar las normas de Dios, y esto no merece reconocimiento. Mas bien deberíamos denunciar la impiedad.
    No critiques a tu hermano si hace lo que hizo Juan el Bautista con el rey pecador Herodes. Y tú, que señalas los errores, no te emociones tanto ni lo hagas personal; recuerda que debes respeto a aquel que Dios permitió gobernar sobre ti.

    Tampoco someterse a las autoridades significa no poder echar mano de los mecanismos que la ley contempla para generar los cambios deseados. Por ejemplo, la mitad de un mandato constitucional, en Venezuela, existe la posibilidad de revocar el mandato. Esto no es pecado, ni rebelión. Es una posibilidad que contempla la ley. Lo importante es hacer todo con respeto y altura.
  • Entendamos que emigrar no garantiza que se arregle la vida, mucho menos el país. A veces celo a quienes pueden caminar por las calles de mi ciudad. Cuanto quisiera volver para contribuir con mi trabajo y ejemplo al desarrollo y bienestar de los venezolanos. Pero una vez que estas afuera tu influencia es menor ¿El país no merece quedarse a luchar?

    Entiendo a la gente que por una u otra razón sale del país. Yo mismo escribo desde el extranjero. Hablo de quienes quieren que todo lo arreglen otros sin ellos pagar un precio.

  • Entendamos (los creyentes) que no asistimos a la iglesia; somos la iglesia. Fuera de los templos es donde podemos servir al prójimo de una forma pertinente  ¿Cómo se resume la ley de Dios? En dos mandatos: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente" y "Ama a tu prójimo como a ti mismo.” ¿Mi prójimo es solo el que aplaude conmigo las alabanzas? ¿O será todo aquel urgido de compasión?

    Solo cuando entendamos lo que Jesucristo pide de nosotros seremos relevantes a este mundo en tinieblas. Una lectura final: Mateo 25:31-46

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