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jueves, 10 de diciembre de 2015

Eustace 'undragoned'

Several days passed the despicable Eustace Scrubb as a dragon because of the bracelet he had coveted. The boy was more than sorry, he was sore, because of the jewel embedded in the left leg.

The night when the pain seemed too much to bare, He saw a lion who called him. The boy didn’t know who Aslan was but followed Him up the hill to the water fountain.

To dive in and ease his pain Eustace had to undressed: get rid of his dragon skin (That was the lion’s order) After many unsuccesful tries, the boy let Aslan use his big and powerful claws, which cause him a greater pain, but It didn’t last long. His dragoned like look had disappeared. He was now a boy again, swimming in clean waters.

C.S. Lewis’ story about Eustace's adventure is valid today more than ever. We can all identify with the Scrubb boy, with his pride and avarice, and even with the pain that an incrusted object causes in our hard , scaly skin.
We are sinners, our looks are far from what they shoud be. However, it’s only when the Savior offers His help that we understand that there’s a way out, a painful way.

Even though Eustace tried, with his paws and teeth, to get rid of his skin, it came back (regenerated). The same happens with our selfhelp methods (from religions to “Who moved my cheese?”), they never get to the source of our problem: sin.
Only the cross of Christ and a personal relationship with this God-man can, like Aslan's claws, break through sin’s darkest and thickest skin.


The godliness life that God wants for us (obedience to His word, complete worship, loving our neighbor) are hard, why not say, even painful (there are many things we give up when we are in Christ). but that pain doesn't last long. What’s next is enjoying the clean waters and the nail-pierced hands of our Savior dressing us with new cloths, just like he did with eustace, the undragoned boy in Narnia.

Paul the apostle, another with scaly skin, said:
What a miserable man I am! Who will save me from this body that brings me death?25 I thank God for saving me through Jesus Christ our Lord! Romans 7:24-25a (NCV)

For Spanish click here.

jueves, 29 de abril de 2010

Y el León dijo 'no'

—Es inútil —les dijo—. Podría haberme portado en forma decente, en vez de actuar con mal humor y fanfarronería. Aslan habló conmigo. No..., no quiero decir que haya estado realmente aquí. En primer lugar, no habría cabido en la cabina. Pero esa cabeza de león dorada que hay en la pared, cobró vida y me habló. Fue terrible..., sus ojos. No es que haya sido en lo más mínimo rudo conmigo..., sólo un poquito severo al principio. Pero igual fue terrible. Y me dijo..., dijo... ¡No puedo soportarlo! Dijo lo peor que podría haberme dicho. Tienes que partir Ríp... y también Edmundo, Lucía y Eustaquio; y yo debo regresar. Solo. Y de inmediato.
(C.S. Lewis, "La Travesía del Viajero del Alba", Capitulo XVI El verdadero fin del mundo)

El joven monarca estaba de pésimo humor cuando se encerró en su cabina. La tripulación del Viajero del Alba se opuso abiertamente a que se enrolara en una aventura en el Fin del Mundo. Todos le hablaron de cumplir con sus responsabilidades, de Cair Paravel y los narnianos; no obstante, no entendían que Caspian ya lo tenía todo arreglado:
Si yo no regreso, es mi voluntad que el Regente, y el maestro Cornelio, el tejón Cazatrufas y Lord Drinian, elijan un rey para Narnia...
Me identifico tanto con Caspian en ese episodio. Suelo ser tan testarudo como el rey navegante cuando tengo algún plan in my mind. Lo que este joven (y esto otro que escribe) no entendió fue que dejarse llevar por la emoción y la curiosidad - me veo retratado - implicaba dar la espalda a la voluntad del León, quien lo había puesto como rey de Narnia.
Por un momento se vio como el Esaú, para quien ser primogénito no valía nada (Génesis 25:32).

¿Cómo habrían de elegir otro rey, después todo lo que costo recuperar la corona de manos de su tío Miraz? Afortunadamente para Caspian, sus súbditos - incluyendo a Reepicheep, que sí fue llamado a vivir la aventura en el fin del mundo - no habían enloquecido y se mantuvieron firmes y leales a su rey, aunque éste estuviera conspirando contra sí mismo.

Este servidor también quería llevar a cabo una aventura no hace mucho. Ésta requería dar un paso casi al vacío (económicamente hablando). Mi gran plan era mudarme a un lugar más cómodo e independiente; pero como sabemos, el precio para la libertad de un hombre nunca es alto.
No obstante, al coquetear con esta "independencia" estaba haciendo lo mismo que Caspian, desertar... ¿Cómo? Me explico, aunque en mi mente no estaba abdicando a los sueños más importantes, estaba navegando en sentido opuesto. Mudarme ahora implicaría desviar mi atención y recursos del plan original: Mi boda (y afines) y el establecimiento de mi nueva familia.

Afortunadamente, las circunstancias "me hablaron". Invité nuevamente a la cordura a la mesa y reconocí con algo de ayuda que era innecesario mudarme, y que lo mejor es esperar.
Si no fuera porque Dios cierra puertas que nadie mas puede abrir sino Él (a su tiempo), estaría fuera del plan. Y créanme, quiero estar dentro de su inescrutable voluntad, porque es lo máximo... y lo mejor para todos.

No sé que tendrás en mente, mi querido lector, pero sé que sea lo que sea, debes tener en cuenta la razón de estar en el lugar donde estás. Lo que eres, se relaciona con lo que haces, y esto define donde vas a estar. Caspian nació para ser rey, el trono era su lugar. Así que, ante la breve crisis vocacional del joven y su petición de traslado a otro departamento, el León dijo "no".

Se siente terrible que corten tus alas abruptamente, pero eventualmente se supera. Siempre hay una buena razón para superarlo. Eso me recuerda las palabras de Lucy al joven y deprimido rey:
—Te sentirás mejor cuando hayas vuelto a la isla de Ramandú
P.D.: Yo también me sentiré mucho mejor cuando vuelva a la isla (...)

viernes, 5 de junio de 2009

Esperando por lo que anhelo


El aeropuerto siempre me inspira. Allí mi corazón activa el hyper mode. Es que no hay nada tan emocionante y tan cruel como ver el amor escapando por los aires. Mis ojos pueden ver como se aleja en el cielo, pero son incapaces de calcular la distancia real (que es mucho mayor de lo que aparenta).

Pienso en Caspian y la hija de Ramandu. Tuvieron que separarse un tiempo mientras el rey culminaba su travesía en el Viajero del Alba. Era demasiado inquietante el sentimiento despertado en ellos, el cual vaticinaba —y resulto así— un amor bello y perdurable.

Parece una constante universal que tengamos que esperar por nuestros anhelos (el universo de Narnia no escapa de esa ley). Estudiamos por años para obtener una licenciatura. Ahorramos y esperamos el momento oportuno para obtener el bien deseado. Invertimos mucho tiempo en conocer una persona para luego unir nuestros destinos. La vida misma es una espera de que habrá un mundo mas real al final de todas las cosas.

Pero llega el momento —eso espero— en que dejamos de aguardar por el tesoro. Llega el día en que lo que tanto anhelaste en esta vida esta enfrente de ti, a la distancia de un paso, una palabra, o una caricia.

En el caso de Caspian el tiempo de espera fue el que nos tomo leer de la pagina 119 a la 136 (obviamente, lo que para nosotros fueron minutos, para los personajes son largos días). En mi caso... ¿Será una semana? ¿Un año? ¿Cuándo terminaran las despedidas?

Hoy, cuando la hija de Ramandu (la de mi cuento) esta apunto de marcharse, siento la nostalgia pero también la satisfacción de haber estado con una estrella, con quien tengo la esperanza de reencontrarme... muy pronto.


El avión despega justo a tiempo. Este el ultimo adiós y ahora Caspian se va a concluir su travesía.

miércoles, 11 de marzo de 2009

En casa de repente...

Nada hubiera encantado a Lucy y Edmund como un viaje imprevisto a Narnia después de la aventura con el Príncipe Caspian, quien atrajo a los cuatro hermanos usando el cuerno de Susan. Los dos mayores estaban eran suficientemente grandes para volver a Narnia.

No obstante, Edmund y Lu si tenían la esperanza de regresar, al menos eso quiso decir Peter, que ellos volverían alguna vez.
De modo que verse envueltos de repente por las turbulentas aguas del mar que navegaba el Viajero del Alba resultó en dicha para estos niños que junto a su desubicado primo Eustace volvían a casa.

Para mí, que soy lo suficientemente mayor para ocuparme de los asuntos de mi nuevo entorno, volver a mi casa de repente es como la aventura de estos niños que recieron el favor de entrar una vez más a "su mundo particular y secreto".
Mientras escribo atravieso turbulencias en el cielo. Viajo un avión... ¡Cuánta gracia y cuánta dicha! Estoy volando a casa.

miércoles, 23 de enero de 2008

Eustace «desdragonado»

Varios días pasó el odioso primo de los Pevensie, Eustace Scrubb, convertido en dragón gracias al brazalete que había codiciado. El niño estaba más que arrepentido, estaba adolorido, pues la joya se le había incrustado en la pata izquierda.

La noche en que el dolor parecía más intenso el niño con cuerpo de reptil volador vio un león que lo llamaba. Aunque no lo conocía, siguió a Aslan, el Gran León, montaña arriba hasta llegar a una fuente de aguas transparentes.

Para meterse y aliviar su dolor, Eustace tendría que desvestirse, deshacerse de su piel de dragón. Esa era la orden del León. Luego de varios intentos infructuosos, el niño tuvo que dar paso a las enormes y poderosas garras de Aslan, las cuales le ocasionaron mayor dolor, aunque momentáneo. Su aspecto draconiano había desaparecido. Era un niño nuevamente, nadando en un pozo de aguas limpias.

El relato de C.S. Lewis acerca de la aventura de Eustace tiene mayor vigencia que nunca. Todos podemos identificarnos con el niño Scrubb, con su orgullo y avaricia, y aun con el dolor de un objeto incrustándose en nuestra piel escamosa y dura. Somos pecadores, nuestro aspecto dista del que debería. Pero no es sino hasta que el Salvador nos ofrece su ayuda, que entendemos que hay una salida, una dolorosa salida.

Por más que Eustace trató con sus zarpas y dientes de despojarse de su piel, ésta se regeneraba. Igual pasa con nuestros métodos de autoayuda (desde las religiones hasta «¿Quién se llevó mi queso?»), nunca alcanzan la profundidad de nuestro problema: el pecado. Solo la cruz de Cristo y una relación personal con este Dios-Hombre puede, como las garras de Aslan, atravesar la más gruesa y oscura piel de pecado.

La vida piadosa que a Dios le agrada (obediencia a su palabra, adoración absoluta y amor al prójimo) suele ser difícil y... ¿por qué no decirlo? ¡Dolorosa! Muchas son las cosas a las que renunciamos al venir a Cristo, pero este dolor es momentáneo. Lo que sigue es el deleite en el pozo de aguas limpias y las manos traspasadas del Salvador vistiéndonos con ropas nuevas, igual como hizo con Eustace, el niño desdragonado en el país de Narnia.

San Pablo, otro con piel escamosa escribió: «¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!» Romanos 7:24-25a (NVI)

*Imagen de Eustace el dragon por Pauline Baynes