viernes, 12 de abril de 2013

Observa. Calla. Aprende.

La observación se define como la actividad que un ser vivo realiza, usando sus sentidos, con el fin de detectar y asimilar rasgos de un elemento, hecho o fenómeno. Constituye una de las partes del método científico, y no es de extrañar que sea algo escaso en la sociedad posmoderna que ha desplazado la razón por los sentimientos. Hasta la fe, que se fundamenta en argumentos, hoy día se sustenta en sensaciones... Pero eso es tema de otra entrada.

Últimamente hay mucho que ver a nuestro alrededor. Anuncios luminosos plagan la ciudad. Las imágenes saltan de nuestros teléfonos inteligentes. Las tabletas están a la orden del día. Hasta nuestra vestimenta se ha convertido en una marquesina promoviendo cualquier cantidad de consignas. Es una locura visual. Aun así vemos, no observamos.

Observar implica una actitud analítica, una disposición al aprendizaje. Encuentro en los proverbios un ejemplo claro de una observación bien hecha.
Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas.
Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado! ~ Proverbios 24:30-34 (NVI)
Tan escasa como la observación es la prudencia. Qohéleth dijo: "Hay un tiempo para callar, y un tiempo para hablar" ¡Y lo dijo es ese mismo orden! Poco sabemos hoy, lo que es guardar silencio. En las redes sociales se confunde la verdad con la opinión. Los cibernautas hacen gala de la ignorancia ondeando la bandera de la libertad (de expresión). No obstante, la Biblia me dice que es mejor callar... cuando es debido.
Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca. ~ Proverbios 17:28 (NVI)
Sobre todo cuando uno no sabe algo, es mejor no hablar como si supiera. Callar coopera con la observación y nos hace avanzar en la ruta hacia el aprendizaje. Hemos venido a aprender a este mundo. No reconocerlo es una perdida de tiempo.
Ahora bien, hay una gran diferencia entre aprendizaje y acumulación de datos. El que aprende sabe qué hacer con la información. Inteligencia y habilidad no son sinónimos en ningún diccionario.

Ya culminando esta terapia mental, mira a tu alrededor y enumera las cosas incomprensibles. Descubre si vale la pena entender alguna de ellas. Luego... Observa. Calla. Aprende.

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