miércoles, 27 de febrero de 2008

Mi amigo volador

Antes de salir de Curaçao, para volver a mi tierra, visite uno de mis lugares favoritos de la isla. Alli estaba para despedirme un personaje del que anteriormente habia escrito. He aqui aquella reflexion de principio de mes, inspirada en el mismo lugar y por el mismo diminuto volador (o al menos un pariente muy cercano).

Una mañana después de un buen tiempo en el “Seru di Orashon”, me encontré con una figura en el cielo. Un objeto volador identificado como cometa, volantín o papagayo, desafiaba las corrientes de aire de la bóveda celeste.

No puedo evitar compararme con el diminuto volador. Sí, diminuto, pero intrépido, valiente. No hay duda de que este sutil artefacto es fuerte; tanto, que soporta la presión del viento (alguien dijo que las mismas características, fuerza y sutileza están contenidas en una mujer… pero esa es otra historia).
Si nos sentimos presionados en la vida, basta una mirada hacia arriba.

El cometa o volantín cruza el cielo azul sostenido por un casi invisible cordón.
¿Acaso quien sostiene a los seres vivientes no es invisible? Casi lo es.

Descubrí otra semejanza cuando una enorme nube que atravesaba el camino se posó sobre el papagayo. Pensé que sería interesante verlo asfixiado por la masa voladora, pero, era imposible. Aunque aparentemente la nube se tragaría a mi nuevo amiguito, luego de enfocar mejor mi vista, lo supe: la nube estaba muy por encima, nunca lo tocaría. ¡Estaba a salvo! así como yo lo estoy pues el cordón casi invisible que me sostiene no me dejará expuesto a masas de gas flotante, ni otro peligro que me haga quedar a la deriva. ZD

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